LA CASA DE SOROLLA
March 1, 2023
Visité la casa de Joaquín Sorolla en Madrid y aún estoy bajo los efectos de la felicidad.
Y es que fue una experiencia hermosa — por definirla con un adjetivo que se le acerque a los sentimientos.
Vivir esta experiencia con dos de mis grandes amigas y ver como a cada una le impactaba la energía de este lugar de manera similar. Aún teniendo nuestras propias interpretaciones, las tres sentíamos la belleza y coincidíamos en la armonía de estos espacios sin importar las pocas piezas hogareñas, ya que hoy toda su estructura funge bajo la función de un museo.
En todo el recorrido nos esforzábamos por definir qué era esa sensación tan especial que se sentía al estar allí.
Acercarnos a su historia, ver sus obras originales, entrar a lo que fue su estudio, su comedor, el patio central. No podíamos contener la imaginación mientras interpretábamos cada detalle y esquina.
Y es que más que admirar su trabajo y una casa hermosa, fue entender que lo que veíamos —y sentíamos— era el resultado de una vida amable, llena de amor y congruente a los deseos de las personas que la habitaban.
Sorolla se dedicó a ser fiel a sus raíces costeras, encontrándose en sus obras a través de la luz.
Muchas de sus pinturas te transmiten esa serenidad del mar y en cierto modo alegría, todo gracias a su técnica de brillo tan característica en sus lienzos. En algunos cuadros, el efecto de la luz se hace tan real que por un momento sientes que el sol verdaderamente se esconde dentro de sus pinceles.
Cuando además conoces su historia personal y la de su familia, terminas envolviéndote aún más en toda esa energía amorosa y captas la emoción evocada de su arte.
Imaginen entonces, cómo se siente su casa.
Mucho de lo que conversábamos, era el hecho de estar sorprendidas por sentirnos así de conmovidas y alegres.
Y es que lo común es conocer que la vida de un artista termina en lamento.
Que se conozcan de sus locuras mentales, o de un gran desequilibrio personal que entonces conlleva a la creación de arte en consecuencia del autoconocimiento o expresión humana.
Suicidios. Locura. Maltratos. Pobreza.
Sorolla, por el contrario, nos inunda con sentimiento de alegría al conocer su historia y relacionas su arte con la paz.
Y eso nos extraña, pues hemos hecho típico lo contrario.
No dudo que su vida tuviera dificultades, interrogantes de la existencia. Pero es más fuerte percibir cómo este ser humano decidió tomar su arte como medio positivo viviendo fiel a sí mismo, a su vocación y a todo aquello que lo identificaba y/o lo inspiraba.
Pintar a su familia en la cotidianidad de una siesta en el jardín durante el verano.
El momento que su esposa y su hija recién nacida duermen en lo que parece una cama hecha de nubes.
La vida y la cultura de la gente de España, su país.
Visitar este sitio me recuerda la necesidad de hacer bella la cotidianidad, apreciando lo que somos y a quienes nos rodean.
La importancia por lograr que nuestros espacios estén tan impregnados de nuestra vida y de aquello que nos representa, que al final no quede la duda de que son nuestros.
Que los objetos, la estructura, la luz… todos estos son elementos que acompañan a la energía que sólo nosotros generamos. Y eso, es lo que verdaderamente hace que un tercero sienta la magia.
Más allá del arte y su técnica, visitar este sitio me deja mucha enseñanza.
Entre tanto, me hizo preguntarme cómo habría sido visitar esta casa en los días de su dueño.
Aún así, en mi visita actual, ignorando al tiempo, se sintió tan mágico que sólo me hizo reforzar el poder de las emociones y el significado de todo aquello que se vive más allá de las paredes.
Gracias, Sorolla.