SER Y PERTENECER
Frase que me vino en una meditación reciente y la tuve que poner en papel.
Estaba escuchando Deep In The Glowing Heart de Jon Hopkins — la cual te recomiendo sin duda alguna cuando quieres un momento para mirar hacia adentro — y en el acto de traerme al presente, me comencé a observar desde afuera. Sé que suena un poco extraño esto, así que te explico más.
Desde que leí a Bit Simkin hablar en unos de sus libros sobre la Ley de la Atención Dividida, me quedé enganchada con la técnica al punto de que la aplico más allá de estar en momentos emocionalmente complejos. Se puede decir que me he vuelto fanática de emplearla incluso en momentos de placer y alegría. Decidí hacerlo un hábito al ver cómo me ha ayudado a reconocerme más allá de la acción cuando la estoy viviendo y me permite sentir agradecimiento al mismo tiempo.
Esta ley habla de crear cierta separación mental cuando estás sintiendo alguna emoción fuerte; de, como bien dice su nombre, dividir la atención para reconocer y examinar lo que se siente y verse como en tercera persona. Esto con el fin de ayudarnos, desde una mente más calmada, a decidir sobre nuestra respuesta ante la situación desde un mejor criterio.
En fin, me observo sentada en la poltrona verde de mi sala, con Mateo acostado a un lado. Observo los libros que tengo en el otro extremo. Estos hacen una pequeña torre sobre un radio antiguo que era de mi mamá y ahora forma parte de mis objetos preciados, mi pie derecho extendido sobre la alfombra que acompaña la poltrona y que siente la textura gruesa y acolchada de su material de lana. Fui expandiendo la vista y observé mis discos favoritos de vinilo y la lámpara artesanal de cerámica que nos cautivó en una tienda local de Brooklyn. Observé mi cuerpo en ese espacio, reconociendo y sintiendo a su vez el entorno compuesto por objetos que me recuerdan una historia y me hacen sentir.
Me sentí bien.
Sentí resguardo.
Sentí pertenencia.
Agradecí por un espacio que me sostiene.
Agradecí por el trabajo que se hace cada día para conocerme, aceptarme y representarme a través de mis espacios y objetos.
Y entonces, vinieron las palabras, ser y pertenecer.
Todos merecemos un espacio que evoque esa energía en nosotros. Uno que aporte al bienestar que se produce cuando eres y te sientes representado por ese ser dentro de un espacio físico. Suena sencillo, mas sentir la libertad de accionarlo es un verdadero arte.
Es como una danza constante entre el autoconocimiento y el compromiso interno a sernos leales a eso que estamos viendo.
Así sucede la magia, esa de pertenecer a uno mismo, y así mismo a un espacio que nos representa.
Mi intención es que esto te suceda.
Te deseo un espacio donde seas,
y pertenezcas.